Algunas obviedades que puede ser interesante recordar:

  • Las imágenes, los sonidos y los vídeos obtenidos por medios digitales son almacenados en archivos.
  • Los archivos son de formatos diversos en función de lo que contienen y de qué entidades los crearon.
  • Normalmente los formatos se identifican por la extensión del archivo, es decir, la parte final (tras el punto) de su nombre.
  • Hay más de un formato para cada tipo de contenido. Por ejemplo, los formatos más habituales para contener imágenes son: JPG, GIF, TIF, PNG. Por tanto, la misma imagen se podría almacenar en estos formatos: mi_imagen.jpg, mi_imagen.gif, mi_imagen.tif y mi_imagen.png.
  • Los archivos ocupan espacio y la unidad de medida de ese espacio es el byte aunque, como es una cantidad muy pequeña, el espacio que necesita un archivo se mide en sus múltiplos. Así un archivo que ocupa 1.200.000 bytes, también ocupa 1,2 Mb (mega) o 1.200 Kb (kilos).
  • Cada formato empaqueta la información según criterios específicos: algunos buscan ser lo más ligeros posible para ser enviados por correo electrónico o publicados en Internet y otros buscan la máxima calidad a costa de ocupar mucho más espacio.

Formatos de archivos de imagen

  • Formatos de salida: los de imágenes terminadas listas para entregar, enviar, publicar, ... JPG, GIF o PNG.
  • Formatos de trabajo: que contendrán las imágenes mientras las editamos. Es evidente que dependen de con qué programa editemos... por ejemplo, para Gimp es el XCF y para Photoshop el PSD. Estos formatos albergan no sólo las imágenes sino también todas las transformaciones a las que las sometemos; capas, filtros, etc. El formato TIF también se usa para contener las imágenes a su máxima calidad.
  • Formatos de entrada: en los que obtenemos originalmente las imágenes, es decir, los que nos dan las cámaras. Normalmente sólo hay dos opciones: JPG o RAW.

El formato JPG o JPEG

Habrás caído en la cuenta de que el formato JPG aparece tanto en la lista de formatos de salida como en los de entrada.

El formato JPG se ha popularizado enormemente porque vino a cubrir la necesidad que Internet tiene a la hora de mostrar imágenes en línea: disponer de imágenes de una calidad aparente en un espacio contenido.

¿Cómo conseguir que la imagen parezca tener buena calidad y que ocupe poco espacio? Básicamente de dos maneras:

  1. Por compresión
  2. Por pérdida
  3. Quitándole a la imagen original la información que el común de los mortales no va a utilizar. Las cámaras digitales captan part

 A esta técnica se la denomina algoritmo de compresión con pérdida.

Comparación de pérdida de calidad

La pérdida de calidad debida a la compresión es irreversible, y se aplica cada vez que guardamos la imagen, por eso es recomendable usarlo como formato de trabajo.

El formato RAW

Este formato almacena toda la información captada por el sensor de la cámara sin tratar, es decir, en bruto o cruda, de ahí su en nombre en inglés. 

Cada fabricante ha desarrollado su propio formato RAW, por ejemplo, Canon nombra sus ficheros RAW con la extensión CR2 y Nikon con la extensión NEF.

Trabajar en RAW asegura una mejor calidad de imagen, aunque para los fotógrafos noveles puede suponer un complicación en su flujo de trabajo ya que:

  • Los archivos en formato RAW no se pueden visualizar directamente como los JPG o los PNG. Necesitamos un programa que los interprete, igual que instalamos un procesador de textos para poder abrir documentos de este tipo. Para empezar recomendamos el uso de Fast Stone, es gratuito, muy intuitivo y, además de visualizar todos los formatos RAW, permite un cierto nivel de retoque así como el trabajo sobre grupos de archivos (renombrado, redimensionado, conversión de formato, etc.).
  • Estos archivos ocupan bastante más espacio que los JPG (que están comprimidos): por tanto, llenaremos antes la tarjeta de la cámara y necesitaremos más espacio de almacenamiento, afortunadamente cada vez es más barato.
  • Para trabajar directamente en formato RAW necesitamos ordenadores más potentes para evitar largos tiempos de espera de proceso del ordenador.

¿Por qué es recomendable trabajar en RAW? Es recomendable hacer que la cámara almacene las fotos en formato RAW incluso si después las vamos a convertir directamente a JPG a pesar de que no queramnos complicarnos la vida aprendiendo a manejar complicados programas de retoque o los archivos JPG nos den resultados suficientemente satisfactorios porque son los originales (los únicos que tenemos), porque deben durar años y porque seguro que en unos años podremos hacer cosas que ahora nos parecen muy difíciles, imposibles o ni siquiera imaginamos... si echas un vistazo en Internet, veras que las razones por las cuales debes tener tus fotos en formato RAW son muchas.

Complicaremos un poquito la cuestión añadiendo que los formatos RAW de cada cámara tienen versiones asociados a los modelos de éstas, es decir, el CR2 de una Canon EOS 600D no es igual que el de una 700D... es lo que hay. Por tanto, recomendamos convertir los archivos RAW específicos de la cámara que tengamos en cada momento, hay que pensar que iremos cambiado de cámara con el tiempo, a un formato lo más estándar posible que asegure una cierta compatibilidad a futuro. Ese formato existe y se llama DNG, y se considera el negativo digital.

Por tanto, una vez obtenidas las imágenes en la cámara y en el formato RAW que tenga, transferiremos los archivos a nuestro ordenador y los covertiremos a DNG. La herramienta ideal para esta conversión es Adobe DNG Converter, es gratuita y tan sencilla de utilizar como indicar la carpeta de origen que contiene los RAW de cámara (puede ser la tarjeta de la propia cámara) y la carpeta de destino que contendrá os archivos convertidos al formato DNG.

Adobe DNG Converter

 

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